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Orgasmo y satisfacción ¿van juntos?
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La ausencia de orgasmos no es igual a insatisfacción y orgasmar con cada encuentro tampoco es garantía de satisfacción. El título de este tema sin contexto podrá parecer por lo menos rebuscado en algo que es obvio para muchos, también podrá sonar sensacionalista para exponer problemas donde quizás no los hay. Así que mejor vamos al contexto y al final saca tus propias conclusiones.
La definición de orgasmo
Es común encontrar definiciones como la de Wikipedia que describe esta experiencia como la descarga de una tensión sexual que previamente fue acumulada y llega como un pico de reacciones sensoriales variables y transitorias, que incluye un estado alterado de conciencia llevado por el placer físico y emocional. Esta definición también menciona los mecanismos fisiológicos que preceden al orgasmo como la respuesta sexual a la acumulación de una tensión erótica.
La cuestión es que la idea de descarga de tensión sexual fue tomada como unidad de medida de satisfacción y por ello es preciso preguntarnos, ¿a dónde nos llevó dejar de lado, obviar o no prestarles la suficiente atención a otros elementos alrededor de los orgasmos (en plural para enfatizar de entrada que uno no es igual a otro) entre ellos el deseo, las fantasías, los vínculos y los encuentros?
El orgasmo como propósito o meta
El orgasmo, en singular y al estilo de la definición de Wikipedia ha sido históricamente experimentado con toda facilidad por los hombres, a la vista de la eyaculación como uno de los pocos indicadores concretos de satisfacción. Pero no solo eso, el orgasmo también ha representado un estatus social por el hecho de asociar a este como una demostración de logro con tintes de poder.
Por simplificar las cosas, y dejando de lado muchos otros elementos sociohistóricos, la idea de que los hombres conseguían su placer de manera rápida y efectiva germinó esta lectura cultural de dominio del placer y del control del cuerpo de otrxs para la satisfacción propia.
Como también sabemos, las demostraciones científicas de Máster y Johnson en el contexto de la revolución sexual de finales de los 60´s, permitió visibilizar las capacidades orgásmicas y multiorgásmicas de las mujeres, un hecho tan importante por diversas razones, entre estas para reafirmar y reivindicar un sentido de agencia de sus propios cuerpos que sistemáticamente les había sido negado.
Desde estos tiempos el orgasmo podría decirse que tuvo una mayor importancia como un aspecto central, una meta a conseguir en los encuentros para mujeres y hombres, por razones y motivaciones a menudo distintas o que convergían positivamente en líneas similares para el placer mutuo.
De orgasmo a orgasmos
Hablar en plural es dar lugar a otros elementos de satisfacción más cualitativos que no recaigan en indicadores finalistas o centrales de una experiencia orgásmica ideal, sin que por ello se desvalore el gran potencial de placer que en estos momentos producen. Al decir que un orgasmo no es igual a otro es reconocer el espectro de experiencias que cada persona puede vivir, como una vivencia liberadora, como reacción al tedio y el estrés, etc.
Pero, con ello también caer en cuenta que en las relaciones consensuales con frecuencia hay una presión por tener uno o varios orgasmos, haciendo una falsa aritmética donde más orgasmos es igual a una mayor satisfacción e incluso mejores vínculos. Al ver que las cuentas no salen, la ansiedad y los conflictos podrían ser un problema mayor.
¿Qué pasa en el consultorio sexológico?
En la consulta sexológica vemos como las personas pueden llegar a sufrir por esto, cuando convierten ciertas expectativas sexuales en condiciones supuestamente necesarias para su satisfacción. Por ejemplo, en algunas parejas la revelación de una obligación autoimpuesta por llegar al orgasmo puede entenderse erróneamente como un despreció o falta de deseo por la pareja.
Un hombre bisexual que no consigue llegar al orgasmo cuando está con una mujer, podría vivir un conflicto de identidad al creer que la razón es porque en realidad es gay y aumentar la ansiedad en los próximos encuentros con mujeres*. Otras personas experimentan un vacío cuando los orgasmos no llegan a las intensidades esperadas, que incluso anteriormente habían disfrutado, menospreciando el valor y la contribución a la satisfacción subjetiva al conjunto de expresiones eróticas antes y después de los orgasmos.
Para concluir
El riesgo de cambiar a otras medidas estándar o universales de satisfacción es repetir los problemas de antes. Para ello la sexología en todo caso contribuye a que las personas, las parejas y otras dinámicas relacionales sean autorreferenciales, es decir, a que encuentren en sus propias vivencias y perspectivas sus indicadores subjetivos y singulares de satisfacción, teniendo más en cuenta todo lo que confluye en su alrededor, aspectos tales como las exigencias culturales por vivir intensamente, el consumismo desenfrenado, la precariedad laboral, la falta de tiempo libre, las relaciones rápidas y su propia biografía sexual.
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