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“Niveles” de ¿deseo? Sexual

En esta semana hablábamos de mitos en sexualidad, porque estos siempre son un hilo de qué tirar para desenredar asuntos pendientes sobre nuestra educación sexual y las condiciones sociales que perpetúan creencias erróneas. Marcela en un reel nos presentaba el mito que supone que si tu pareja o tú tienen un deseo sexual bajo, esto es inaceptable y con seguridad esto es responsabilidad del otre.

Autor:

Iván Rodríguez

¿Cuál es el nivel de deseo sexual ideal?

En nuestro entorno social y cultural es esperado (y demandado) tener mucho deseo sexual, entre más es mejor y si la pareja no llega a alcanzar este, vamos a decir “nivel” de deseo, él/ella/elle va a ser quien tiene un problema que afecta a la relación. En el consultorio lo habitual entre parejas es pedir que quien tiene menor deseo sexual lo aumente, pero no se suele solicitar que quien tiene mayor deseo lo disminuya. Además, se suele observar que quienes se identifican como hombres son los que aseguran contar con un mayor deseo sexual comparando con su pareja mujer

Desde las ciencias en sexología sabemos que el deseo sexual no tiene un nivel “ideal” del cual debamos partir, solo se convierte en un problema cuando, por circunstancias y vivencias, lo es para quienes usan una “deseometro” que han diseñado según el tamaño de su preocupación. En otras palabras, cuando intentamos “responder” según lo que hemos aprendido por mandatos culturales y no vemos si nuestro deseo sexual es realmente satisfactorio para nosotres mismes.

¿Cómo abordamos en el consultorio los conflictos relacionados con el deseo sexual?

En una consulta sexológica lo primero es mostrar que, por ejemplo, es normal y natural encontrarnos con un deseo sexual disminuido, pues no existe una medida del deseo que deberíamos tener y cada persona, sin importar que sea hombre o mujer, tendrá distintas frecuencias e intensidades de deseo sexual a lo largo de la vida. Por razón de los mandatos sociales, si llegan a ser los hombres los que tienen “menor” deseo sexual en una relación heterosexual, suele costar más a ellos entender que no hay nada de anormal. Socialmente, lo común es que los hombres tengan más deseo que ellas y por intentar cubrir estas expectativas surgen autoexigencias heroicas sin entender muchas veces de qué va el deseo de la pareja.

El deseo sexual, ¿de qué se compone? 

Un punto muy importante aquí es que en un principio de la intervención sexológica, cuando hablamos de “deseo sexual” lo primero que viene a la mente de los consultantes es la cantidad de encuentros con penetraciones y orgasmos. Quedan para elles fuera de esta medida muchas expresiones eróticas que son propias del deseo sexual y son encuentros sexuales en sí mismos, como las caricias, besos, miradas y otras formas de contacto íntimo que no precisamente llevan al orgasmo. Todas ellas “no cuentan” como expresión de un deseo sexual desde la perspectiva de “preliminares”. En el imaginario colectivo se suele entender que alguien con deseo sexual bajo no le apetece, el coito, el sexo oral ni la masturbación. Pero no se consideran otras formas de placer erótico.

Sin embargo, vamos a tener en claro que el deseo no es algo ya dado enteramente por naturaleza, NO, pues, aunque influye nuestra genética y estado biológico, el deseo surge porque hacemos cosas conscientes o inconscientes para que se produzca. Es decir, el deseo es cultivable y habrá que aprender de nosotros mismos cómo estimulamos nuestro propio deseo. En este punto podemos hablar de hábitos y de la forma en cómo nos relacionamos con nosotros mismos. Si estamos a gusto con nuestro cuerpo, recurrimos a fantasías eróticas y las alimentamos, es más probable que el deseo aumente.

Otros factores que afectan al deseo sexual

Estresados, ansiosos, hambrientos, con dificultades para dormir, pues lógicamente afectarán a nuestro deseo tanto en hombres como en mujeres. Y bueno, tampoco vamos a tener todas las condiciones de nuestra vida a nuestro favor, menos en estos tiempos agitados por las crisis económicas. Así que un buen hábito es respetar y respetarnos cuando no exista suficiente deseo por cualquier tipo de encuentro erótico, tampoco es que sea banal todo intento. 

En otra ocasión podré escribirles acerca de los “aceleradores” y el “freno” de nuestro deseo. Pero, también si nos interesa, pongamos nuestros hábitos que nos llevan al deseo sexual en un “nivel” de atención más adecuado, esto es, cuidar y cultivar con una debida importancia la salud en general, la familia y las finanzas.

Por hoy paremos aquí, pues ya es momento de atender al estómago. 

Con aprecio, Iván Rodríguez

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